Una serie de corrientes filosóficas cuyo punto en común es la defensa de la persona tomada como valor supremo se nuclea bajo la etiqueta de "Personalismo". Algunos de sus representantes son Manuel Mounier, Lacroix y Nédoncelle. Se suele incluir dentro de este grupo también a Berdiaev, Martain, Ricoeur y existencialistas como Marcel, Le Senne, Lavelle e incluso Tehillard de Chardin y Buber.
Fue un pensador comprometido en la acción política y social, inspirándose en el cristianismo e incluso en la utopía anarquista.
En su opinión, el personalismo surgió a partir de la crisis de 1929, entonces algunos pensaron que el mal era simultáneamente económico y moral, y que se hallaba situado en las estructuras sociales y en los corazones. El remedio no podía dejar de lado ni la revolución económica ni la espiritual.
El programa político de los personalistas (nucleados en la revista Esprit) se alejaba del marxismo que era criticado por economicista y también del capitalismo por otorgarle mayor importancia al "tener" que al "ser" , del existencialismo, criticado por individualista y del espiritualismo, por ingorar la situción real del ser humano. El gran enemigo, es, desde esta perspectiva, el individualismo. Se propone como alternativa un modelo de sociedad personalista y comunitaria en donde la persona se diferencia del individuo por estar abierta hacia los otros, hacia el mundo y hacia Dios.
El personalismo de Mounier desarrolla su concepción del universo personal a través de las siguientes estructuras: